Jesús nace pobre, y nos enseña que la felicidad no se encuentra en la abundancia de bienes. Viene al mundo sin ostentación alguna, y nos anima a ser humilde y a no estar pendientes del aplauso de los hombres. Dios se humilla para que podamos acercarnos a Él, para que podamos corresponder a su amor con nuestro amor, para que nuestra libertad se rinda no sólo ante el espectáculo de su poder, sino ante la maravilla de su humildad.
Sin embargo, hemos convertido este hecho puramente cristiano en algo puramente consumista. Aquellos que reivindican que son ateos, agnósticos, etc. este día no tiene ningún sentido pero lo celebramos todos porque para muchos ha perdido el auténtico significado que en su historia tiene. Jesús nace humilde y nosotros hoy por hoy aprovechamos estas fiestas para comprar, malgastar y regalar, el significado cambiado por completo.
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